La literatura española en el siglo xviii características
Surgieron obras con intenciones didácticas y moralizantes, reflejando las preocupaciones de la época. Feijoo fue una figura clave de la Ilustración española, destacando por su espíritu crítico y su defensa de la razón. Las obras debían ser verosímiles y respetuosas con la norma.
La poesía se caracterizó por su tono didáctico y moralizante, abordando temas como la virtud, el patriotismo y la naturaleza. A través de animales y personajes alegóricos, critican los vicios y las debilidades humanas. En resumen, la literatura española del siglo XVIII se caracterizó por su racionalismo, su didactismo y su preocupación por la utilidad social.
Cadalso, aunque más cercano a la sensibilidad prerromántica, refleja también las inquietudes de la Ilustración. El teatro experimentó una renovación importante, buscando recuperar la dignidad y el decoro. Samaniego y Iriarte destacaron como fabulistas, utilizando este género para transmitir enseñanzas morales.
La razón se imponía sobre la emoción. El costumbrismo empezó a insinuarse. Muestra una mirada aguda y reflexiva. Los pensadores analizaban la realidad social, política y económica del país. Sus escritos reflejan su preocupación por la educación y el progreso del país.
La cultura francesa era considerada un modelo a seguir. Sus ensayos abordaban una amplia gama de temas, desde la ciencia hasta la religión. Se buscaba la claridad, la precisión y la corrección en la expresión. La razón era la guía principal. La inspiración clásica era fundamental. Jovellanos fue otro ilustrado importante, destacando por su compromiso con la reforma social y económica.
La finalidad era educar y moralizar al público, siguiendo los principios de la Ilustración. Sus fábulas, inspiradas en Esopo y Fedro, son breves y sencillas. Se desarrollaron géneros como el ensayo, la biografía y la historia.